Camino al Auto de fe: Conoce a los inquisidores de Logroño

Guardias de Santiago

Asociación histórico cultural dedicada a la recreación y representación de los siglos XVI y XVII durante las fiestas de San Bernabé de Logroño en las que se conmemora el cerco a la ciudad de 1521 por tropas francesas y en las fiestas del Casco Antiguo en las que organiza la recreación del Auto de fe de 1610 en las que se juzgó a las famosas Brujas de Zugarramurdi

13/08/2025

Este mes de agosto, mientras el sofocante calor que estamos sufriendo nos recuerdan los ardientes debates de nuestro pasado, en Guardias de Santiago ya estamos pensando en nuestro evento más esperado del año: la recreación del Auto de fe de 1610. Pero antes de que lleguemos a los días 7, 8 y 9 de noviembre queremos que conozcáis un poco a los hombres que tomaron las decisiones clave: los tres inquisidores de Logroño.

Su historia es compleja. No formaban un bloque monolítico; cada uno tenía su visión personal sobre este asunto, y uno de ellos, en particular, se convertiría en un defensor de la razón que cambió el rumbo de la Inquisición.


Alonso Becerra: El rigor de la ley

Becerra, el más antiguo del tribunal, representaba el ideal de la ortodoxia de la Inquisición. Era un jurista de carrera que priorizaba el estricto cumplimiento del procedimiento legal. Para él, los testimonios, aunque a veces inverosímiles, eran la base para probar la herejía. Su figura nos recuerda la rigidez del sistema en una época donde la carga de la prueba recaía en el acusado.


Juan de Valle Alvarado: El peso de la fe

Juan de Valle, por su parte, personificaba la fe tradicional y la creencia popular en la brujería. En un contexto de intensa religiosidad, consideraba los relatos de aquelarres y pactos con el diablo como manifestaciones reales del mal que debían ser extirpadas para asegurar la pureza de la fe. Su postura era la del temor a la herejía y la necesidad de erradicarla para la salvación del alma.

Alonso de Salazar y Frías: El escepticismo que lo cambió todo

Salazar y Frías es la figura central de esta historia. A diferencia de sus colegas, mantuvo una postura escéptica desde el principio. Viajó extensamente por los Pirineos, documentando el fenómeno de las supuestas brujas y, tras interrogar a más de 1.800 personas, llegó a una conclusión audaz para su tiempo: no había brujas hasta que la propia Inquisición comenzó a buscarlas. Su informe, considerado un hito en la historia de la jurisprudencia, persuadió al Consejo de la Suprema Inquisición de suspender los procesos y marcar el fin de la caza de brujas en España, un hecho que lo distinguió de otros tribunales europeos.

El tribunal de la Inquisición

Para entender el contexto de sus decisiones, es crucial imaginar el escenario donde operaban. Este tipo de tribunales, como el que vemos en la obra de Goya del siglo XIX, servían como el máximo exponente del poder del Santo Oficio. El Auto de fe no era solo un acto de justicia, sino un espectáculo público diseñado para reafirmar la fe y el orden social a través de la condena de la herejía.

Francisco José de Goya y Lucientes (30 de marzo de 1746 – 16 de abril de 1828) realizó «El Tribunal», «El Tribunal de la Inquisición» o «Auto de fe de la Inquisición», pintado entre 1812 y 1819. Muestra un «Auto de fe», o acusación de herejes, por parte del tribunal de la Inquisición española (Foto de Universal History Archive/Getty Images).

Este noviembre, cuando vean a nuestros actores en la Plaza del Espolón, recordarán a estos tres hombres y el complejo drama histórico que se desarrolló en nuestra ciudad. ¡Os esperamos en el Auto de fe!

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