La vida en la España del siglo XVII: Costumbres, creencias y supersticiones que llevaron a los juicios

"El juicio de la bruja" (The Witch's Trial) de William Powell Frith

Guardias de Santiago

Asociación histórico cultural dedicada a la recreación y representación de los siglos XVI y XVII durante las fiestas de San Bernabé de Logroño en las que se conmemora el cerco a la ciudad de 1521 por tropas francesas y en las fiestas del Casco Antiguo en las que organiza la recreación del Auto de fe de 1610 en las que se juzgó a las famosas Brujas de Zugarramurdi

07/09/2025

Para comprender de verdad el Auto de fe de 1610, es importante entender cómo pensaba la gente en ese tiempo. El siglo XVII en España no era una época donde la ciencia explicaba todo. Más bien, era un tiempo donde la fe religiosa, las costumbres antiguas y las ideas supersticiosas se mezclaban de una manera que hoy nos puede parecer extraña. En la vida diaria, estas ideas coexistían sin problemas.

La vida de la gente común giraba en torno a la fe católica. Las fiestas religiosas, los ayunos y las celebraciones marcaban el calendario. La iglesia era el centro de la comunidad, tanto en lo social como en lo moral. La fe en Dios y en los santos ofrecía consuelo y esperanza. Pero, al mismo tiempo, existía un mundo de creencias populares y costumbres que venían de generaciones pasadas. Los remedios caseros con hierbas, las curaciones hechas por personas que conocían las plantas, y la idea de que los amuletos y los hechizos traían buena suerte o protegían del mal de ojo eran cosas normales en los pueblos y en las ciudades.

A veces, era difícil distinguir entre la fe y la superstición. La gente creía en los milagros, en que Dios podía intervenir en sus vidas, y en que los ángeles y los demonios eran reales. Si algo inexplicable pasaba, como una mala cosecha, la muerte repentina de un animal, o una enfermedad que no se curaba con los remedios de siempre, no se pensaba que era algo natural. En lugar de eso, se buscaban explicaciones fuera de lo normal, como un castigo de Dios o la obra de una bruja.

Aquí es donde entra la idea de la brujería. Se pensaba que las brujas eran personas que tenían un pacto con el diablo y que usaban poderes mágicos para hacer daño a otros. Muchas veces, las acusadas eran mujeres que no encajaban en la sociedad: viudas, mujeres mayores, o aquellas que sabían mucho de plantas medicinales y costumbres antiguas. Esto hacía que la gente sospechara de ellas.

El miedo a la brujería no era solo una creencia religiosa, sino también un reflejo de los problemas y tensiones que existían en las comunidades. Las peleas entre vecinos, los celos y los conflictos por la tierra o por el dinero a menudo se expresaban a través de acusaciones de brujería. A veces, bastaba con que alguien diera un testimonio, aunque no fuera muy creíble, para que se iniciara un juicio.

Los documentos del Auto de fe de Logroño nos muestran que los juicios no eran solo un asunto entre la Inquisición y la herejía. También reflejaban los miedos, las creencias y los problemas de una comunidad que buscaba una explicación sobrenatural para lo que no entendía. Entender cómo pensaba la gente en ese tiempo nos ayuda a ver estos juicios de brujas no como una locura sin sentido, sino como un episodio triste en la historia, donde el miedo, más que la magia, fue el verdadero protagonista. En resumen, la vida en la España del siglo XVII era un mezcla de fe, costumbres y miedos que influyeron en los juicios de brujas.

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